lunes, 11 de octubre de 2010

Meditación para contactar con los intraterrenos


Julio Verne en su afamada serie de novelas, narró dentro del género de la ciencia ficción, emocionantes aventuras acerca de acontecimientos que, con el paso de los años, se presentaron como parte de la historia de la humanidad.

El submarino Nautilus, y el Hombre en la Luna, fueron después de decenas de años reconocidas como narraciones proféticas del autor.

La única narración que aún no ha sido comprobada es la que describe un viaje al centro de la Tierra, y como después de pasar por capas de tremendo calor y desafiantes peligros, los protagonistas finalmente llegan a un sitio habitable y habitado.

Existe una teoría acerca de este respecto, y se da por la fuerza centrífuga y centrípeta. Debido a la gran velocidad a la cual gira la Tierra sobre su propio eje. Esta teoría postula que la Tierra es hueca. Un simple experimento lo demuestra. Tengo el recuerdo de hacer este ejercicio cuando era niña, en las ferias de pueblo, en donde uno de los juegos era hacer creaciones a través de verter pintura sobre un papel que giraba sobre una plancha a gran velocidad.

Si nunca viste esta actividad, imagina que pones un papel sobre una tornamesa, de esas que antes llevaban la música grabada en forma de discos o LPs. Imagina que esa tornamesa tiene la capacidad de girar no a 33 ni a 45 revoluciones, sino a mil revoluciones. Imagina como ese disco gira a gran velocidad, y ahora imagina que intentas verter pintura en el centro de ese papel. Cuando detengas la tornamesa observaras que la mayoría de la pintura se depositó en los lados del papel, por la velocidad del giro, la pintura se desplaza hacia las orillas, así la materia se desplaza hacia la corteza.

Todas ellas teorías e historias, hago hincapié en eso, y sin embargo también son nuevas visiones y posibilidades. En estos tiempos no es recomendable cerrarse a ninguna de ellas, simplemente reconocerlas como posibilidades y abrirse a recibir las que puedan ser bendiciones y un beneficio para nuestra querida Gaia.

En estos momentos nuestro planeta ¨Gaia¨ padece, debe estar en sufrimiento o en aceptación. Sus amados hijos, los humanos, hemos sido desconsiderados e insensibles. La hemos devastado, hemos contaminado sus aguas, hemos sobre explotado su vegetación, y sus minerales. Le hemos realizado sangrías, de la cual como vampiros gran parte de la sociedad vive y se nutre.

El petróleo como la representación de la sangre de Gaia, ahora se derrama, y cual hemorragia en un hemofílico, no cesa de fluir, tiñendo ahora sus aguas de negro. ¿No fue una profecía que hablaba de eso?

Quince millones de especies ya han desaparecido, y seguimos viviendo el día a día cual zombies, sin querer entender que nos dirigimos a la extinción.

Y con nuestra visión newtoniana, aun creyendo que solo lo que vemos es lo que existe, deambulamos por la vida sin reconocer que además de las quince millones de especies que aún quedan, queda el mundo de lo que no se ve.

La cultura celta, describía este mundo a través de los duendes, las hadas, los devas y todas esas energías que protegían los bosques que para ellos eran sagrados.

El animismo, (la espiritualidad de los nativos quienes veneraban al cielo y a la tierra, y vivían en comunión con todo lo que la habitaba) tan degradado por las corrientes religiosas de la actualidad, tenia absoluto respeto a todas estas presencias, que si bien no se ven a simple vista, se ven con los ojos del alma, y tal vez entre tus memorias infantiles tienes el recuerdo de haber visto a alguno de estos industriosos seres.

Y ¿qué está mas allá, en las profundidades de la Tierra?.

Además de esas presencias etéricas que preservan lo que existe, ¿qué puede haber?

Existe una leyenda, del mundo de Agarti, en Adamu y las siete esferas se describe como el mundo de Ágata. Un mundo que existe dentro del reino de las posibilidades, en las profundidades de la Tierra, y es habitado por seres evolucionados con altas frecuencias dentro de la vibración del amor.

Estos seres como los ángeles, viven y reinan en las profundidades y aceptan y esperan el despertar de nuestra conciencia.

Si aceptas la posibilidad de otras realidades, que las que nos narran los diarios y las cadenas de noticias, te invito a visitar estos reinos. La manera de hacerlo es a través de la meditación. Visita este espacio y recorre sus diferentes latitudes.

Existen muchísimos seres viviendo ahí. Son muy lejanos de lo que describe la religiosidad que guía a través del miedo, son seres de amor, que con su energía preservan los balances para que, la consciencia que habita a Gaia, la convierta en Kânghag y en esa sabiduría continúe sus ciclos, para que Khângag continúe viva, y en amor podamos habitar en ella, compartiendo con todo lo que existe, en armonía.

Haciendo una analogía a lo que somos para Gaia, podría decirse que somos los virus y las bacterias que pueden residir en un órgano infestado por el cáncer. Esos seres crecen y se multiplican sin pensar que si el organismo que habitan fallece, también ellos fallecerán. Tal vez por eso el cáncer es una pandemia en la actualidad, porque es un reflejo de lo que somos en nuestro proceso de habitar en Gaia.

Te invito a hacer una meditación para visitar a Gaia. Para comunicarte con los reinos del centro de la Tierra, y adquirir la sabiduría para saber qué hacer para re direccionar sus energías, para recordarle que existen seres despiertos sobre ella, que sepa que la amamos y que en todos los puntos de su superficie, también existimos infinidad de seres, quienes como pequeñísimas unidades de amor la bendecimos y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para sanarnos y por ende sanar a Gaia. Y como el amor es la energía de la creación, nuestra energía se potencializa y crece, es la vibración que finalmente sanará y nos mostrará como la sencillez de una sola energía, abre las puertas de la sabiduría suprema, la sabiduría de la creación.

Meditación de comunicación con las inteligencias intraterrenas.

La lectura de Adamu y las Siete Esferas facilita hacer este ejercicio, te recomiendo te asistas de la guía de Alux, el personaje que conoce bien el camino.

Ponte en un lugar cómodo, de preferencia tranquilo y alejado del ruido. Si las condiciones externas no son las óptimas, apaga tus oídos externos, y dentro de tí sitúate en ese espacio de extrema tranquilidad.

Siente o visualiza un bosque, recorre este espacio, siente como las hojas de los árboles hacen ruiditos cuando caminas, siente los olores de los pinos y las coníferas, escucha a lo lejos, como un río serpentea por el lugar.

Siente o visualiza como el sol traspasa las copas de los árboles, y se proyecta como haces pulverizados y brillantes. Siente o visualiza el viento, escucha a las aves y todo lo que conforma ese apacible lugar. Con los ojos del alma, siente o visualiza todos los seres del reino dévico que habitan ese espacio. Observa detenidamente y comenzarás a sentir o visualizar infinidad de seres, guardianes de ese mágico lugar.

Ahora pide a uno de ellos que te guíe y encuentra una entrada, Puede ser el viento o una hoja, quien te guíe, o puede ser alguno de esos mágicos seres que pulsan con la vibración en la naturaleza y el amor. Puede ser Alux.

También puede ser una árbol que a través de sus raíces te guíe por las profundidades de la Tierra, y desciende a través de sus raíces.

Por momentos solo verás obscuridad, solo siente como desciendes , eres energía por lo cual la densidad aparente de la Tierra no es obstáculo para que tu esencia baje.

Siente la temperatura y las energías de las diferentes capas que atraviesas, capas que han tomado millones de años para definirse, ahora se abren, como los mares se abrieron al paso de Moisés, y con respeto y alegría te dan paso, pues perciben tu vibración de amor.

Y continúa descendiendo hasta que este se detenga.

Recorre el espacio, siente como eres ahora una esfera, la cual pulsa en un color, un color dentro de la gama de los colores del arcoíris, y en esa forma recorres todos los espacios a donde hayas llegado. Ahora invita a uno de los seres que ahí viven que se manifieste.

Respetuosamente preséntate, y a través del lenguaje telepático manifiesta que el motivo de tu visita es aprender y participar en el amor. Pide a ese ser que te de sabiduría para actuar en el exterior y contribuir a la sanación de Gaia, y tu visión de convertirla en Khangâg.

Puede decirte cosas, que tu comprendas claramente o puede mostrarte sitios o elementos que a través de los símbolos se comunican contigo. Observa lo que este ser te muestra y disfrútalo,

Cuando hayas concluido, le agradeces a ese maravilloso ser, y poco a poco asciendes con tu intuición hasta llegar a tu cuerpo.

Siente tus pies tus piernas, tu torso.

Siente tus brazos y tus manos. Siente tu cabeza, recuerda con gozo lo que has vivido y abre los ojos.

Anota tu experiencia, sin juicios escribe lo que tus recuerdos te manifiestan.

Como todo, este ejercicio requiere práctica, y sin embargo cada vez que lo haces asciendes con un elemento de sabiduría, activas tus recuerdos, tu misión y conceptos sumamente trascendentes en lo que se refiere a tu propia existencia, a tu vida y a tu historia.

Practícalo en forma cotidiana y poco a poco irás entendiendo los mensajes. Pon en práctica lo aprendido, y en la vibración de amor que descendiste al Centro de Gaia, vive tu día. Eres ya una entidad de sanación, inicias el proceso del ascenso a Qâf.

Te sanas y sanas, esa es la magia de la creación divina.

Respira

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